El socio industrial es una de las figuras menos conocidas en las empresas de nuestro país. Si bien la cada vez menor presencia de las sociedades colectivas hace que estén en recesión, esta no deja de ser interesante para determinados proyectos empresariales.
A continuación, un repaso acerca de qué es un socio industrial y qué implica contar con uno.
¿Qué es un socio industrial?
Hemos de señalar que esta categoría está regulada en el artículo 138 del Código de Comercio, aunque de una manera que puede resultar un tanto imprecisa.
Se trata de un socio que entra en la empresa, pero no va a aportar capital. En estos supuestos, su contribución al proyecto común se realiza en forma de trabajo por el que va a cobrar.
Hemos de entender trabajo, en este aspecto, de una manera amplia. No solo nos referimos a las tareas físicas que pueden llevar a cabo, sino también a determinados intangibles, como el talento, el know how o la penetración de una marca.
Sus derechos y obligaciones
En contraposición a un socio capitalista, el industrial no tiene que poner dinero para poder formar parte de la empresa. Sin embargo, esta circunstancia no implica que no pueda participar en el reparto de beneficios.
Pero hay que tener claro que, en este aspecto, puede llegar a conseguir, como máximo, lo mismo que obtenga el socio capitalista más pequeño.
No contribuir con inversiones al sostenimiento empresarial está correlacionado con no tener que afrontar sus deudas. No obstante, este hecho no conlleva que se vaya a desentender totalmente de las cuentas de la firma.
Tengamos en cuenta que, si por ejemplo, la empresa entra en quiebra, va a tener problemas para cobrar por los trabajos que haya realizado.
¿Qué aporta un socio industrial?
Por lo que respecta a qué aporta un socio industrial a la empresa común, merece la pena que pongamos algunos ejemplos que permitan entenderlo de una forma más práctica.
Generalmente, se busca uno de estos socios cuando se necesita cubrir una parte del negocio que está resultando complicado abarcar por los propios medios.
Es posible que pueda interesar, por ejemplo, que otra empresa se haga cargo de una parte de los procesos de producción. La clave es que una rebaja en los costes de producción puede suponer una optimización en la cuenta de resultados.
Pero también cabe la posibilidad de que se busque esta colaboración para la última fase del negocio. Si nos aliamos con una gran marca, vamos a tener más facilidad para vender nuestros productos.
Por último, no es extraño que una marca se alíe con otra que tiene peso en un territorio concreto para introducirse en ese mercado con visos de éxito.
En definitiva, el socio industrial se adapta a contextos en los que el principal requiere un complemento específico para su modelo de negocio.